[Traducido por Terri Ochiagha Plaza y revisado por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces por George P. Landow..]
En un punto clave para Tom — ese chico bueno, alegre, popular y atlético — tiene que tomar la decisión de qué hacer cuando Arthur, el chico más joven al que sirve como mentor, se arrodilla para rezar. En el fragmento que sigue, Hughes suena como el autor de un panfleto evangelical. Primero, se dirige a sus lectores como "mis queridos muchachos", identificanco su audiencia intencionada — todos adolescentes y chicos más jó venes, y solo chicos — y entonces enfatiza lo que él cree que debe ser una mejora en la condición espiritúal del país: "No era una pequeña muestra de coraje en aquellos días, mis queridos muchachos, que un jovencito dijese sus oraciones en público, ni siquiera en Rugby. Unos pocos años más tarde, cuando la piedad varonil de Arnold empezó a transformar el colegio ,cambiaron las tornas;antes de morirse, por lo menos en los dormitorios y fuera de ellos, la regla era al revés." Así, bajo el liderazgo del gran Thomas Arnold, al que tanto Thomas Hughes como Tom Brown consideraban un heroe,se aceptaban e incluso se esperaban las muestras públicas de fé por parte de los alumnos.
"Pero el pobre Tom," leemos, "había venido al colegio en otros tiempos," en tiempos en los que tales actos de devoción se ridiculizaban y calificaban de Metodístas (y los Metodistas, debemos recordar, eran generalmente miembros de las clases bajas y no el tipo de alumnos que uno espera de un internado de élite). Observando la humilde oración del beato Arthur, a Tom le da verg�enza recordar que él también había venido al colegio tras rezar del mismo modo en su casa.
Las primeras pocas noches despues de llegar no se puso de rodillas por el ruido, pero se sentaba en la cama hasta que se apagaba la vela, y luego sigilosamente salía de la cama a decir sus rezos, no fuese a ser que alguien le viese. Lo mismo hacían otros muchos pobrecitos. Entonces empezo a pensar que igual podía decir sus oraciones en la cama, y que daba igual si estaba de rodillas, sentado, o tumbado. Y así ocurrió que Tom, igual que todos aquellos que no confiesan al Señor delante de los hombres;que probablemente en el último año no había rezado de corazón ni doce veces.
La "primera y más amarga sensación que le rompía el corazón era el sentido de su propia cobardía," puesto que se ve forzado a admitirse culpable del vicio "que más odiaba." Continúando su catálogo de vicios, se da cuenta de que "había mentido a su madre, a su consciencia, y a su Dios" mientras que Arthur, " el pobre chico débil, que le había dado pena y por el que había sentido incluso derisió n, había hecho lo que él, con todo lo orgulloso que era, no se atrevía a hacer." Hughes entonces les dice a los lectores la lista de las cosas que ellos, como Tom, puede hacer para compensar tal cobardía espiritual. Primero, Tom se promete a sí mismo que estará al lado de Arthur "pase lo que pase, y que le animaría, ayudaría y apoyaría por sus buenos hechos de aquella noche." Además, resuelve " escribir a su madre al día siguiente y contarla todo, y lo cobarde que había sido su hijo." Finalmente, decide que la mañana siguiente rezará en presencia de los que seguramente se mofen de él.
Varias veces falló , pues el diablo le mostró a todos sus antiguos amigos llamándole " Santo" y " Pies Cuadrados", y docenas de nombres hostiles, y le susurró que sus motivos se malentenderían, y que se quedaría solo con el chico nuevo; mientras que era su deber mantener toda la influencia posible para poder hacer el bien al mayor número de gente. Y luego llegó la más sutil tentació n, "¿No me voy a mostrar más valiente que otros al hacer esto? ¿Tengo derecho a empezar ahora? ¿No debería mejor rezar en mi propio estudio, contándoselo a los chicos, e intentando convencerles de que lo hagan, mientras en público por lo menos debería Seguir como antes? Sin embargo, su buen ángel fue tan fuerte aquella noche, que se dio la vuelta y se durmió , cansado de intentar razonar, pero decidió seguir aquél impulso tan fuerte en el que había encontrado paz.
Este episodio de la novela nos recuerda varias cosas. Primero, que los Broad Churchmen como Arnold, o los proponentes del llamado cristianismo muscular como Hughes tenían mucho más en común con los evangélicos de lo que admitían. Segundo, que Hughes asocia el cristianismo con el verdadero heroísmo y la caballerosidad, argumentando así que forma parte central del carácter que la mayoría de sus lectores, chicos jó venes, quisieran tener y no como algo excéntrico o asociado con marginados sociales.
Referencias
Hughes, Thomas. Tom Brown's Schooldays. Versión Electronica del Project Gutenberg producida por Gil Jaysmith y David Widger.
Last modified 28 June 2008; traducido 2009