[*** = solo disponsible en inglese. Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
En su colección de ensayos, Sobre héroes, El culto a los héroes y Lo heroico en la historia, Thomas Carlyle examina a Mahoma como un ejemplo de “El héroe como profeta”. Carlyle explica, “Nosotros hemos escogido a Mahoma no como al profeta más eminente, sino como a aquel del que nos sentimos con mayor libertad para hablar” (43). Carlyle no continúa explicando cómo o por qué ha decidido que Mahoma sea “aquel del que nos sentimos con mayor libertad para hablar”, o por qué fija a ciertos profetas como más restringidos discursivamente hablando. También encuentro interesante el uso que hace Carlyle del pronombre plural en esta declaración. Al presentar sus reivindicaciones como pertenecientes a un “nosotros”, Carlyle parece intentar astutamente incrementar la legitimidad y validez de tales pretensiones en la mente de sus lectores. Posteriormente, Carlyle considera nuevamente a su audiencia cuando escribe que “no hay ningún peligro en que nos convirtamos, cualquiera de nosotros, en Mahometanos” (43). Carlyle indica claramente que no busca que aquellos que adoran a Mahoma lean su ensayo.
Carlyle sigue describiendo a Mahoma como a un “¡hombre espontáneo, apasionado, y sin embargo justo y bien intencionado! Lleno de facultades portentosas, del fuego y de la luz; de un mérito sin domar, completamente iletrado, desplegando la tarea de su vida en las profundidades del desierto” (53). Para Carlyle, Mahoma posee secretos a los cuales debemos intentar “llegar” para que “nos permitan comprender lo que pretendió hacer con el mundo. Carlyle intuye que con tal comprensión podemos después responder la pregunta de lo “que el mundo significó y significa para él”. Carlyle reconoce diáfanamente a Mahoma como a un gran hombre, distinguiéndole como un héroe. Pero esta etiqueta se vuelve problemática cuando se contempla la descripción romántica y estereotipada que Carlyle hace de Mahoma. Éste no es tanto un héroe que debería inspirar“nos” (como ocurre con la audiencia intencionada de Carlyle), sino aquel que inspira a los musulmanes y por lo tanto, exige nuestro análisis. Mahoma es un ejemplo convincente de un héroe precisamente debido a lo que Carlyle estima como su falta de educación, espontaneidad y primitivismo. Carlyle llama nuestra atención repetidamente sobre la impresionante influencia de Mahoma y sus multitudes de seguidores, mientras que los adjetivos que utiliza para describir al profeta implican la creencia de Carlyle en la superioridad de un cristiano blanco como él, educado, cauto y “letrado”.
Muchas de estas cuestiones se pueden considerar en relación con la descripción de Carlyle sobre lo que él ve como las opiniones imperantes de Mahoma:
Nuestra hipótesis actual sobre Mahoma, de que fue un impostor manipulador, alguien falsamente encarnado, que su religión es una mera masa de charlatanería y fatuidad, comienza ahora a ser realmente inaceptable para cualquiera. Las mentiras, que el fervor bien intencionado ha amontonado a su alrededor, sólo nos resultan a nosotros escandalosas… Ahora, la palabra que este hombre articuló se ha convertido en el patrón de vida de ciento ochenta millones de hombres durante estos doce siglos. Dios creó a estos ciento ochenta millones como nos creó a nosotros… ¿Debemos suponer que se trató de un juego miserable de prestidigitación espiritual, juego por el que tantas criaturas del Todopoderoso han vivido y muerto? Yo, por mi parte, no puedo hacer tal suposición… Estaríamos completamente perdidos en cuanto a lo que pensar de este mundo, si la charlatanería creciera de semejante modo y fuera sancionada aquí… pienso que teoría más impía que ésta jamás se promulgó en esta tierra. ¿Un hombre falso fundó una religión? ¡Bueno, un hombre falso no puede construir una casa de ladrillos!... se caerá inmediatamente [Carlyle 44].
Carlyle también describe su encuentro con el Corán y opinión acerca del mismo:
…Debo decir que nunca emprendí una lectura tan laboriosa como la del Corán. Un revoltijo fatigoso y confuso, crudo, irregular, con repeticiones infinitas, excesiva verbosidad, lleno de enredos; un texto de lo más falto de refinamiento, mal compuesto; ¡una estupidez insoportable, en breve! Nada salvo el sentido del deber podría conducir a ningún europeo a través del Corán… Es el germen confuso de una gran y ruda alma humana; primitiva, sin instrucción, que incluso no puede leer, pero que batalla vehemente, ferviente y entusiastamente por pronunciarse a sí misma mediante palabras… Dijimos “estúpida”, sin embargo, la estupidez natural no constituye de ningún modo el carácter del libro de Mahoma; más bien es una incultura natural. Este hombre no ha estudiado oratoria, y en la premura y presión de la lucha continua, no ha tenido tiempo para madurar en un discurso adecuado… Este hombre fue un inculto y semibárbaro hijo de la naturaleza, y gran parte de su esencia beduina todavía se aferraba a él: y así es como debemos asumirle. Pero por un infeliz simulacro, un impostor hambriento sin ojos o sin corazón… no lo tomaremos ni podemos tomarlo. La sinceridad, en todos los sentidos, parece ser el mérito del Corán, lo que lo ha convertido en algo precioso para los indómitos árabes… Curiosamente, a través de estas irregulares masas de tradición, vituperación, queja, jaculatorias del Corán, una vena de introspección verdadera y directa de lo que casi podríamos denominar poesía, se encuentra rezagada [Carlyle 64-67].
Preguntas
1. ¿Cuál es el peligro de un ensayo que reivindica la exclusión de un cierto grupo en calidad de lectores? ¿Especialmente cuando el “héroe” de este grupo es el tema del ensayo? ¿Cómo han de leer aquellos que no adoran a Mahoma la intención de su ensayo? ¿Cómo tomamos a Mahoma como ejemplo de “héroe como profeta”?
2. ¿Qué implica describir a Mahoma como “completamente inculto”? ¿Tiene esta noción incluso sentido cuando consideramos la imposibilidad de una existencia aparte o separada de la cultura?
3. Quizá sea admirable el que Carlyle asevere y defienda la importancia del Islam y la devoción de sus seguidores. También respalda la virtud y la sinceridad de Mahoma y del Corán… ¿En qué modo esta afirmación se ve problematizada por las aseveraciones de Carlyle que se refieren a “la incultura natural” del Corán o que aluden a Mahoma como a un “inculto y semibárbaro hijo de la naturaleza”?
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Referencias
Carlyle, Thomas. On Heroes, Hero-Worship and the Heroic in History. Lincoln, Nebraska: Universidad de Nebraska Press, 1966.
Modificado por última vez 20 de abril de 2004. Traducido el 25 de septiembre de 2012