[••• = en español. Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de Landow.]

Dos de los grandes placeres de leer a Carlyle son la pasión con la que expone su caso (con independencia de hasta qué grado nosotros, los lectores modernos, podemos estar en desacuerdo con los aspectos de esto), y el lenguaje expresivo y la maestría sobre la imaginería que utiliza en su papel como “voz que clama en el desierto”. Los siguientes pasajes son buenos ejemplos tanto del poder como de la variedad de su técnica exhortativa.

De “Signos de los tiempos”

De esta guisa, el hombre de cualquier época reivindica consciente o inconscientemente su derecho de nacimiento celestial. De esta guisa, la naturaleza sostiene su curso maravilloso e incuestionable y todos nuestros sistemas y teorías no son sino remolinos de espuma o bancos de arena que de vez en cuando ésta lanza hacia arriba y arrastra con su corriente. Cuando podamos secar el océano con represas de molino y embotellar la fuerza de la gravedad para venderla al detalle en jarras de gas, entonces, podremos esperar comprender las infinitudes del alma humana bajo las fórmulas del beneficio y la pérdida, y gobernar sobre esto también, como sobre un motor patentado, mediante cheques, válvulas y saldos.

Y de “La estatua de Hudson”

Pero, ¿es éste vuestro “Ideal”, mis descarriados compañeros ciudadanos? Por todos los santos, ¿sois por lo menos conscientes del daño, desde las mismas fuentes de su existencia, que se hacen los hombres con los abortos Cockney, saludándolos públicamente como modelos de belleza? Caritativamente siento que no tenéis la más mínima idea sobre ello, ya que si no ¡gritarías ante la propuesta! ¿Creéis humanitario, mis equivocados amigos, levantar, en su forma presente y embarazosa, esta mancha mal fundida de cobre y zinc, a partir de la cual se pueden fabricar buenas y cálidas sartenes? ¡Que todos los hombres hayan de ver esto…!, ¡que las inocentes y jóvenes criaturas que aún han de ser portadas en brazos deban pensar que esto es hermoso!, y quizá, ¡¿qué las mujeres en una situación interesante hayan de levantar su mirada hacia ella a medida que pasan por delante?! ¡Lo dejo a vuestros sentimientos religiosos, a vuestros principios como hombres y padres de familia!

¡Qué diferentes son estos dos pasajes y sin embargo, el propósito de cada uno de ellos es exhortar a los miembros de la audiencia para que consideren los “malos” caminos y los enmienden. El objetivo de Carlyle es mover a su audiencia, regañándola simultáneamente mientras apela a la parte más noble de sus almas.

¿En qué modo su uso del lenguaje lo hace más fácil? Me refiero a sus imágenes estruendosas y también al mismísimo ritmo de sus oraciones. Pienso también que las maneras variopintas con las que recuesta sus ideas son un segmento importante de su retórica.

¿Cómo hace que su tono varíe y cómo podrían estas variaciones hacer que su trabajo fuera más efectivo? Hemos examinado la obra de otros sabios seculares y escritores satíricos este semestre, Didion, Wolfe, y Swift. ¿Es su propósito, como el de Carlyle, la persuasión?

¿Cómo sus técnicas difieren de la prosa sermonística de Carlyle? Hemos debatido sobre la efectividad relativa de los escritos de Johnson, transmisores de sabiduría cuando se comparan con la sátira sagaz de Swift.

¿hasta qué grado es efectiva la ira justificada de Carlyle cuando se la compara con nuestros escritores satíricos? Podríamos preguntarnos si todos los sabios seculares desearían efectuar cambios. ¿Es la mejoría de los problemas sociales que desvelan el objetivo primario de la obra de los sabios seculares?


Actualizado por última vez el 23 de octubre de 2002; traducido el 18 de octubre de 2012