[••• = en español. Añadido por George P. Landow. Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de Landow.]

Su misión fue enseñar al mundo las envolturas nebulosas, las extrañas y engañosas cortinas de humo, los profundos abismos del misterio en los cuales nuestra diminuta y tangible vida flota, rodeados a cada lado por la desconcertante oscuridad y por las maravillas que ningún hombre puede desentrañar. Para aquellos que vieron en ello un universo limpio, acogedor y sólido, el mejor de todos los mundos posibles, en el que la finalidad primordial del hombre fuera lograr bienestar y respetabilidad, él fue un gran destructor que derribó todos los cimientos, dejando a la infeliz alma revolcándose en las brumas y en las marismas de lo ignoto… Que el mundo fue un lugar en el que un hombre podía recorrer su camino, construir su fortuna, conseguir seguridad y reputación mediante una escalada firme, agarrándose a cada ramita para ayudarse a subir, fue el famoso evangelio de la respetabilidad que él se sintió inclinado a pisotear; y es cierto que no tuvo ningún otro evangelio que proclamar, y que ése no fue su cometido [112-13].

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Referencias

Oliphant, Mrs. [Margaret]. The Victorian Age of English Literature. Nueva York: Dodd, Mead, 1892.


Actualizado por última vez el 21 de abril de 2007