[Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
El Congregacionalismo es una forma de Cristianismo protestante que afirma el principio de que cualquier congregación local es completamente autónoma excepto de Dios y que por ello, no debería someterse a ninguna autoridad exterior humana tal como los sínodos regionales o nacionales de ancianos (como en el Presbiterianismo) o ante un obispo (como en el Episcopalismo). Los baptistas (Baptists) practican también esta forma de gobierno eclesiástico pero no se les conoce por el término congregacionalistas o su sinónimo, independientes. Los congregacionalistas son aquellos que practican esta forma de política mientras conservan la práctica del bautismo infantil.
Dado que el Congregacionalismo ocupa un lugar mucho más humilde en la configuración del Cristianismo hoy en día, es fácil olvidar su prominencia y significado en la Inglaterra victoriana. De igual modo, el Congregacionalismo no fue en términos numéricos muy significativo en los siglos XVII y XVIII. Aunque los congregacionalistas fueron importantes durante los días violentos y turbulentos de mediados del siglo XVII, que proclamaban como sucesor nada menos que al Protector, el propio Oliver Cromwell, la congregación más numerosa por entonces de lo que se conocería durante el periodo victoriano como «vieja disidencia» fueron los presbiterianos. La «vieja disidencia» se refiere a las denominaciones inglesas al margen de la Iglesia de Inglaterra cuya historia se remontaba al siglo XVII. La «nueva disidencia» se refiere a las denominaciones que se fundaron durante los siglos XVIII y XIX como resultado del movimiento metodista (Methodist). Durante el periodo victoriano, sin embargo, los congregacionalistas fueron el cuerpo más numeroso de la vieja disidencia. Los presbiterianos ingleses se habían transmutado mayoritariamente en unitarianos, atrofiándose. Los cuáqueros (Quakers) siguieron siendo escasos debido a sus reglas estrictas, especialmente por su insistencia de que los miembros que contrajeran matrimonio con individuos no cuáqueros debían ser expulsados. Los congregacionalistas y los baptistas, sin embargo, dejaron que el nuevo viento del Espíritu que llegó con el Renacimiento evangélico inundara sus barcos de vela (Evangelical Revival) y que creciera dramáticamente. Los congregacionalistas pasaron de 229 iglesias locales en Inglaterra y Gales en 1718 a 3.244 en 1851. Además, el crecimiento baptista y congregacionalista superó claramente el crecimiento poblacional. Pasaron del 2.28% de la población en 1718 al 7.70% en 1851.
Por lo tanto, durante la era victoriana algunos de los ministros evangélicos más respetados tales como J. A. James y algunos de los predicadores más populares tales como Thomas Binney fueron congregacionalistas. Uno de los teólogos ingleses victorianos ajeno a la Iglesia de Inglaterra, R. W. Dale, fue también un congregacionalista. Como un capricho del destino o de la Divina Providencia, el congregacionalista más conocido, sin embargo, dio la casualidad de ser natural de la Escocia predominantemente escocesa: el gran teólogo, P. T. Forsyth, quien destacó durante las primeras décadas del siglo XX, y sobre todo, el misionero y explorador impresionante, David Livingstone.
Un ejemplo del modo en el que los congregacionalistas se situaron al frente del avance de los disidentes (Dissenters) en la sociedad victoriana es que fueron la primera denominación fuera de la institución de la Iglesia que fundó una Universidad Oxbridge (la Universidad de Mansfield, Oxford, fundada en 1886). No obstante, fue irónico el éxito de los congregacionalistas durante la era victoriana. Su revitalización se debió en parte, no muy reducida, a las enseñ anzas metodistas, y una de las lecciones que aprendieron fue que los grandes resultados se podían alcanzar mediante una cooperación y una organización central mayor. Así, la historia del Congregacionalismo victoriano es una historia en la que las decisiones, cada vez con mayor intensidad, no se tomaron independientemente en un nivel local y congregacional, sino que fueron tomadas por cuerpos congregacionales más amplios, como especialmente, la Unión congregacional de Inglaterra y Gales que se fundó en 1831.
Referencias
Binfield, Clyde. So Down to Prayers: Studies in English Nonconformity, 1780-1920. London: J. M. Dent & Sons, 1977.
Dale, R. W. History of English Congregationalism, London: Hodder and Stoughton, 1906.
Jones, R. Tudur. Congregationalism in England, 1662-1962. London: Independent Press, 1962.
Peel, Albert. These Hundred Years: A History of the Congregational Union of England and Wales, 1831-1931. London: Congregational Union, 1931.
Watts, Michael R. The Dissenters Volume II: The Expansion of Evangelical Nonconformity 1791-1859. Oxford: Clarendon Press, 1995.
Modificado por última vez el 30 de octubre de 2000; traducido 2 de noviembre de 2010