[La siguiente biografía aparece en la edición de 1894 de la Enciclopedia de literatura bíblica, teológica y eclesiástica. George P. Landow ha escaneado, añadido párrafos y caracteres en negrita, formateado en lenguaje html e hipervinculado el texto. Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]

l Ritualismo es un término popularmente aplicado a un movimiento de la Iglesia de Inglaterra y de la Iglesia protestante episcopal. El renacimiento del aprendizaje eclesiástico, rasgo tan notorio del Movimiento tractariano, necesariamente hizo que los clérigos estuvieran más familiarizados con las liturgias primitivas, y con los antiguos rituales de la Iglesia de Inglaterra. Este estudio de Eclesiología, así es como se llegó a denominar a la ciencia, se impuso pronto sobre la restauración de las antiguas iglesias y sobre la construcción de nuevas, así como sobre el servicio de la Iglesia. Además se tenía la idea de que la plegaria, la alabanza y la sagrada Eucaristía se ofrecían a Dios pero que también se utilizaban para beneficiar espiritualmente a los hombres. Bajo estas circunstancias y bajo tales influencias emergió el «Ritualismo».

Los principios del Ritualismo, según sus partidarios, son tres. En primer lugar dicen que descansa sobre la declaración de la Convocatoria de Canterbury (1571), «que los predicadores deben, primeramente, tener cuidado para no enseñar nunca nada desde el púlpito que sea religiosamente aceptado y creído, salvo lo que sea agradable para la doctrina del antiguo y del nuevo Testamento y salvo lo que los padres católicos y los antiguos obispos recojan a partir de esa misma doctrina». Se pensó que esto vinculaba la identidad doctrinal de la Iglesia de Inglaterra con la Iglesia primitiva. En consecuencia, se insiste especialmente sobre el episcopado apostólico y la gracia sacramental, se defiende enérgicamente la regeneración bautismal y la sagrada Eucaristía se convierte en el objeto central de la enseñanza y en el objeto más elevado de adoración. El uso voluntario de la confesión privada y de la absolución como preparación para la recepción de la sagrada comunión también ha evolucionado considerablemente.

El segundo gran principio del Ritualismo se constata en el canon trigésimo: «Hasta ahora el propósito de la Iglesia de Inglaterra fue abandonar y rechazar a las Iglesias de Italia, Francia, España, Alemania y a Iglesias similares, en todo lo que sostenían y practicaban, que, como la apología de la Iglesia de Inglaterra confiesa, retiene reverencialmente esas ceremonias que ni perjudican a la Iglesia de Dios ni ofenden a las mentes de los hombres solemnes». Se supone que este principio determina la disposición fraternal de la Iglesia de Inglaterra para la unión visible con otras ramas de la Iglesia apostólica, y los ritualistas declaran la voluntad de hacer cualquier cosa legal para aproximarse a la Iglesia continental.

El tercer principio se encuentra en la Rúbrica de los ornamentos: «Las capillas deben permanecer como lo han hecho desde tiempos remotosÉ que tales ornamentos de la Iglesia y de los ministros en cualquier momento de su ministerio deben conservarse y usarse como fueron usados en la Iglesia de Inglaterra por la autoridad del parlamento durante el segundo año del reinado de Edward VI». Esto significaba que las capillas, las vestiduras, los ornamentos de la Iglesia y de los ministros debían ser los mismos que antes de la Reforma. Este principio se desarrolló plenamente en varias iglesias de Inglaterra, Oxford, Leeds y en otros lugares.

Dependiendo de los principios más arriba mencionados, hay seis puntos principales sobre los que los ritualistas inciden:

1. La posición oriental del celebrante durante el sacramento de la sagrada comunión, dando la espalda al pueblo;

2. Las vestiduras de la Eucaristía;

3. Las velas, que deben estar encendidas durante la celebración;

4. El incienso;

5. El cáliz mixto, un poco de agua mezclada con el vino;

6. El pan ácimo (o agua).

En 1858 el reverendo John Purchas publicó The Directorium Anglicanum, un manual de direcciones para la celebración correcta de la sagrada comunión, para los maitines y las vísperas y para la ejecución de otros ritos y ceremonias de la Iglesia, según los usos antiguos de la Iglesia de Inglaterra. Se estableció un desarrollo completo de los usos ritualistas basados en el principio así indicado en la Iglesia de St. Alban, Holborn, y posteriormente en una capilla de Brighton, de la que Mr. Purchas se convirtió en titular. La ceremonia del servicio divino se elevó a una consideración superior con respecto a cómo la había contemplado la antigua escuela de los ritualistas y se ganó su oposición dado que fue principalmente una copia de las costumbres modernas continentales y demasiado una mezcla de sentimentalismo con velas y flores, así como excesivamente precisa con respecto a posturas y gestos, lo cual facilitó que la escuela fuera acusada de insignificante y de carente de virilidad.

A raíz de las enseñanzas y prácticas de los ritualistas ha surgido un conjunto de casos legales. La Iglesia de Barnabas, Pimlico, se abrió en 1850 con el propósito de llevar a cabo completa y honestamente los principios del Ritualismo. Esto desembocó en un litigio que en último caso condujo tanto a los partidarios como a los oponentes al Consejo privado en 1857. El Consejo consideró que la ley existente no debía sancionar ningún mobiliario de la Iglesia, pero el principio al que apelaban los ritualistas era afirmado en la interpretación de la Rúbrica de los ornamentos, y decidieron, respecto a las diversas formas, «que todas ellas significan obviamente lo mismo, que los mismos vestidos y los mismos utensilios o artículos usados bajo Edward VI y su primer libro de plegarias podían todavía usarse». Esta decisión dejó a los ritualistas como poseedores del terreno Se iniciaron pleitos también contra Mr. Mackonochie, vicario de St. Alban y Mr. Purchas, titular de la capilla de San Jaime, Brighton, que comparecieron ante el Consejo privado junto con los seis usos mencionados más arriba, y fueron condenados. De mayor importancia que estos casos, fue el del reverendo W. J. E. Bennett, vicario de Frome, que publicó un sermón en el que enseñaba «la presencia real y actual de nuestro Señor, bajo la forma del pan y del vino, sobre los altares de nuestras iglesias». El Juzgado de Arches, mediante Sir Robert Phillimore, dictaminó a favor de Mr. Bennett, rechazando la apelación al comité judicial del Consejo privado (1872). En 1867, una comisión real fue nombrada para «investigar y documentar las diferentes prácticas que han surgido y las diversas interpretaciones atribuidas a las rúbricas, a las órdenes, etc.» y también para reconstruir las tablas de las lecciones utilizadas durante las plegarias matutinas y vespertinas. El parlamento y la Convocatoria autorizaron el uso de su leccionario reconstruido (1871).

Los ritualistas han prestado gran atención al estudio de las liturgias y de los rituales de todas las épocas y al de la Himnología. Han fomentado el renacimiento de las órdenes religiosas y tienen comunidades de mujeres dedicadas a trabajar en hospitales y en instituciones similares. El Movimiento ritualista en Inglaterra ha sido acogido con ciertas simpatías en los Estados Unidos, aunque con mucha menos precisión. En 1874, se aprobó un canon general, que se consideró como una expresión casi unánime de la opinión opuesta a los extremos ritualistas, pero no ha surgido la ocasión de ponerlo en vigor.

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Bibliografía

M'Clintock, John, y James Strong. Cyclop¾dia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature. New York: Harper & Brothers, 1894.


Modificado por última vez el 14 de mayo de 2010; traducido 2 de noviembre de 2010