[(1) Traducción de Ana González-Rivas Fernández, revisada por Christopher Rollason. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow. (2) La «G» ilustrada que aparece como letra capital e inicial del texto es de George Cruikshank.]
eorge Du Maurier, o, para citar su nombre completo, George Louis Palmella Busson Du Maurier, el genial y amable Du Maurier, célebre tanto en arte como en literatura, debe tener un capítulo dedicado a él; no sólo porque era uno de los amigos más íntimos y queridos de mi padre, sino porque la correspondencia entre estos dos hombres era tan especial que debe tener un hueco en este volumen.
De Du Maurier, quizá más que de cualquier otro artista, podría decirse que sus obras reflejan al hombre, pues en todas aquellas largas series de inigualables dibujos que durante años alimentaron con tanta genialidad la popularidad de Punch, el refinamiento de su mente, su fino sentido del humor y su respeto por la verdad y la hombría no son menos destacados que su arte. En su vida privada era habitualmente reservado y discreto; pero para Millais, del que sabía que se movía por los mismos impulsos que él, y cuyos ideales eran en lo principal muy parecidos a los suyos, le abrió su corazón con tanta franqueza como un niño, y discutía con él sobre cualquier tema imaginable, y a menudo sobre asuntos que no le confesaría a nadie más.
Su debilidad era el tamaño. Aunque era fuerte y activo, no era más que un hombre bajito, y quizá por eso su mayor admiración, hacia hombres y hacia animales, la reservaba para criaturas de proporciones colosales. Sus héroes y heroínas debían medir casi dos metros. También su perro debía ser el más grande de su especie; y en este sentido su deseo quedó más que satisfecho con «Chang», un enorme San Bernardo con el que se familiarizaron todos los lectores de Punch.
Cuando un gigante de cualquier sexo aparecía en Londres, podía gastar todo el dinero de su bolsillo en ver aquel monstruo y en invitar a sus amigos a verlo; y más de una vez dejó entrever que si hubiera podido ser un verdadero «Gulliver», su felicidad hubiera sido completa. En una carta a Millais de marzo de 1869, Du Maurier le rogó que fuera a ver una maravillosa gigante de Canadá que entonces se mostraba en Londres, pero como mi padre [Millais] estaba en la ciudad balnearia de Hastings recuperándose después un grave ataque de fiebres tifoideas, se vio obligado a declinar su invitación. Du Maurier, entonces, le mandó una completa descripción de la criatura, junto con un dibujo que mostraba que, como mucha de esa gente, era una atrasada mental, y prácticamente sin mentón. En respuesta, Millais dirigió entonces los siguientes versos a su amigo:
To Mr. Du Maurier.
"Dear du Maurier, you can't be sorrier —
In lower spirits than I'm in.
As you express, the giantess'
Failure is a want of chin.
"And oh! that goitre, as I loiter,
Haunts me on the sad sea sand,
It seems to mingle with the shingle
That drowns the Hastings German band.
"Quite entre nous, between us two,
I've pictured in my mind her presence,
And (wasn't it shocking?) I fancied her rocking
J. E. M. in his convalescence.
"Then on my pillow, to the sound of the billow,
Dozing, methought a voice I heard;
She spoke Nova Scotian, but full of emotion,
Singing 'I would I were a bird.'
"Now you have quell'd and completely dispell'd
My little dream of wonderland.
That outline facial, however palatial,
Is just the thing I cannot stand.
"Perhaps 't is better that your letter
Has divulged the cruel truth.
Sway domestic reigns majestic
Over this unsullied youth.
"It were wiser we exorcise her
When next a giantess is shown;
Taking each other, like a Siamese' brother,
Instead of going there alone.
"For should a mighty, breathing Clytie,
Ten feet high and warranted real,
With yellow hair, all debonnair,
Bound simply with a fillet of veal —
"A real Colossus — come across us,
Such as this, where are poor we!
The strings of my lyre emit Greek fire
At the very thought of such miseree.
"So let us abjure these freaks impure,
And fondle our latest family pledge,
Nor tempt the mystic nature artistic
Which ever trembles on the edge."
Hastings, March, 1869. J. E. M.
Referencias
Millais, John Guile. The Life and Letters of John Everett Millais, President of the Royal Academy. 2 vols. New York: Frederick A. Stokes, 1899. 265-67.