Si dejamos las Brontë y miramos más allá al resto de la ficción victoriana, nos encontramos con otras novelas en las que sobresale el alcoholismo y muchas otras en las que las dependencias son más sutiles.El alcalde de Casterbridge (The Mayor of Casterbridge) por ejemplo, gira en torno a la dependencia química. Como Arthur, Helen y el pequeño Arthur, los principales personajes de esta novela — Henchard, su mujer Susan, y su hija Elizabeth — exhiben casi todos los rasgos asociados con la clásica familia alcohólica. Henchard, el alcohólico, sufre de muchas de las aflicciones que acompañan al alcohol: un desbordamiento de la aserción de la propia voluntad, baja autoestima, vergüenza, culpa, autorreprobación, autocastigo, soledad, deseos de morir, y una tendencia a la depresión. En sus interacciones personales suele ser impulsivo, carente de principios, conflictivo, culpabilizador, controlador, y abusivo verbal y emocionalmente. Susan, como Helen, destaca como la clásica coalcohólica o codependiente, pero con una patología más severa y menos esperanza. Está de acuerdo en beber con Henchard, se resigna a su destino, templa los abusos verbales de éste al principio y posteriormente sólo se limita a protestar levemente y a emitir tímidas amenazas. Consiente en subastar su casa para escaparse de él pero regresa y se pone totalmente en sus manos por el bien de su hija. Un crítico de los sistemas familiares puede explorar las reacciones psicosomáticas que experimenta cuando ve a su marido, su irresolución cuando la desafía y la represión de sus emociones. Un estudiante de coalcoholismo no se sorprende al descubrir que en vez de alegrarse cuando su marido está sobrio, se siente poderosa, deprimida y quiere morirse, porque la única vida que conoce consiste en culpabilizar y ser víctima. Mejora cuando él admite su culpa, pero aún así, se niega a perdonarle. Tiene una tendencia hacia la muerte mucho mayor que Henchard y como él, padece baja autoestima, soledad, sentido del humor y tristeza. Algunos lectores se identifican más con Elizabeth Jane, la clásica hija de un alcohólico que también sufre baja autoestima. De nuevo, un crítico de los sistemas familiares puede revelar por qué ella es igualmente sobria e inexpresiva y por qué reprime su deseo de ver, escuchar y comprender.
La primera vez que esta familia aparece, se caracteriza por la soledad y el silencio. Ambos padres están obsesionados con los secretos, la regla común de muchos si no prácticamente todos los sistemas familiares. Su lugar de encuentro es secreto y coinciden en que el secretismo es necesario para proteger su vergüenza. Henchard insiste en ocultar a Elizabeth su paternidad aunque su amigo Farfrae le recomienda que diga la verdad. Susan, igualmente incapaz de decir a su hija la verdad, miente a Henchard y constantemente se preocupa por ser descubierta. Si en un principio Elizabeth no sospecha, finalmente se da cuenta (al igual que muchos lectores) de la presencia de secretos en el sistema, preocupándose por ellos.
Lo más llamativo de esta novela desde el punto de vista del enfoque de los sistemas familiares sobre la dependencia química es que cuando Henchard se muestra sobrio algunas de sus acciones preconizan las recomendadas por Alcohólicos anónimos, y por muchos otros grupos de Doce Pasos pertenecientes al siglo siguiente. Lo más sorprendente en una novela de Hardy es que el protagonista experimenta fe brevemente en un poder superior, el equivalente a los pasos segundo y tercero: “Elizabeth-Jane le oyó decir: '¿Quién tan malvado como yo? Sin embargo parezco estar en manos de Alguien' “ (411). Cuando Henchard le cuenta todo a Farfrae se asemeja sobremanera al quinto paso. Posteriormente avanza hacia lo que serían los pasos octavo y noveno: propósitos de enmienda. Siente verdadero remordimiento, se vuelve cariñoso con Elizabeth Jane y con Susan, a quien pide perdón y a quien decide compensar.
Como muchos alcohólicos anónimos posteriores, Henchard renuncia a los secretos y adopta una postura de honestidad rigurosa. Revela escrupulosamente sus deudas y admite ante todo el pueblo que subastó el inmueble de su esposa. Incluso abandona cualquier medida coercitiva. Por ejemplo, inicialmente trata de controlar la elección de un apellido para Elizabeth pero se da cuenta, retrocede, y le dice que no le haga caso sólo para agradarle. De hecho, cuando Elizabeth escoge a Farfrae como pareja (a quien casi llega a matar): “Cualquiera que fuera el resultado, Henchard decidió no mezclarse, no poner ningún obstáculo” (420). Sin embargo, Henchard permanece aislado en la novela, visiblemente sin acceso disponible a un poder superior y al apoyo de un grupo como Alcohólicos anónimos De ahí que sólo sus esfuerzos no sean necesarios para salvar a la familia, y que vuelva a caer en la bebida, muriendo de hambre. A pesar de todo, al igual que en Cumbres borrascosas (Wuthering Heights), la segunda generación, Elizabeth-Jane y Farfrae, parecen más funcionales.
Modificado por última vez el 25 de noviembre de 2004; traducido diciembre 27 febrero 2010